El mercado de trabajo está cambiando a toda velocidad. Y cada vez son más, los expertos que afirman que en determinados nichos de mercado, se va a dejar de trabajar como hasta ahora, para empezar a hacerlo por proyectos. Es decir, las empresas van a seguir apostando por externalizar y el trabajo del freelance va a ser casi el único que persista en algunas profesiones, como desarrollo web, programación, comunicación, asesoría, etc.
Con este panorama, cada vez son más las personas que consideran la posibilidad de lanzarse a trabajar por su cuenta, bien por que quieren hacerlo, bien porque no les queda otra posibilidad. Pero en ambos casos, merece la pena considerar si convertirnos en freelance es lo que más nos conviene. Antes de dar el gran salto, no está de más que contestemos con sinceridad a las siguientes preguntas.
¿Tienes una habilidad que se pueda «vender»
No basta con lanzarse al mercado llevado por la pasión. El posible éxito del freelance viene en gran medida determinado en que sea capaz de ofrecer algo que el mercado demanda.
¿Y qué es lo que más está demandando? ¿Que quieren externalizar las empresas? Básicamente casi todo lo relacionado con programación, desarrollo web, gestión de proyectos, diseño gráfico, etc. Tradicionalmente los sectores tecnológicos y el de los medios de comunicación han sido los más receptivos a la hora de trabajar con freelancers, pero cada vez son más los nichos de mercado que los demandan.
Eso sí, si no estás seguro de que tus habilidades como profesional van a ser demandadas por el mercado, tal vez convenga empezar por realizar algún proyecto mientras aún estás trabajando, de modo que puedas valorar correctamente tus habilidades.
¿Tienes una buena red de contactos?
Los freelancers que cuentan con una nutrida red de contactos, suelen tener más oportunidades de trabajar y encontrar proyectos interesantes que otros. Las conexión no sólo con empresas sino con otros freelancers de su mismo sector, puede convertirse en su principal fuente de generación de nuevos negocios.
¿Cómo empezamos a crear esa red? Acudir a eventos de networking que encajen con nuestro perfil, trabajar las redes sociales con una orientación profesional, unirnos a grupos de profesionales que compartan nuestros mismos intereses, son algunas de las formas en las que podemos empezar.
Más allá del contacto estrictamente profesional, saber construir una marca personal en nuestro círculo de confianza (familiares, amigos, conocidos) y promocionarnos entre las personas que conocemos, es vital para nuestros intereses en este campo.
¿Tienes la actitud adecuada?
Pasar de trabajar en una empresa, al mundo freelance es todo un cambio. No sólo depende todo de nosotros, sino que vamos a tener que lidiar con uno de los grandes males de nuestro tiempo: la soledad.
Durante la mayor parte de la jornada laboral, el freelance es dueño de tu tiempo y eso es bueno, pero sin la actitud adecuada, es fácil caer en rutinas peligrosas, la procrastinación, la desmotivación y la sensación de no relacionarse con otras personas.
Y aquí es importante remitirnos al punto anterior. Dedicar una parte de nuestro tiempo a nutrir nuestra red de networking, acudir a eventos, relacionarnos, etc. es una de las mejores formar de paliar el síndrome del «trabajador solitario», además de una gran forma de captar nuevo negocio.
¿Tienes soporte económico?
Lanzarse al mundo freelance supone que podemos vivir momentos de gran actividad profesional que se combinan con otros en los que el trabajo escasea, o directamente brilla por su ausencia.
Para empezar, debemos asegurarnos que tenemos una situación financiera que en todo momento no va a permitir sobrevivir si pasamos de tres a seis meses sin ingresos. Además, debemos ser especialmente cuidadosos con lo que gastamos, cómo planificamos nuestras compras, estar preparados para gasos inesperados, etc.
El mundo freelance supone en muchas ocasiones lanzarse a un mar de incertidumbres, de no saber quién será nuestro próximo cliente, o cuánto vamos a ganar el año que viene. Por supuesto hay profesionales muy bien posicionados en sus campos y lo tienen más sencillo, pero para el resto de los demás…
¿Eres disciplinado?
Un freelance depende de forma excluiva de las decisiones que toma a lo largo del día. No hay nadie que vaya a supervisar su trabajo (salvo el cliente final) o que le diga que en vez de estar viendo la televisión, debería dedicarse a trabajar.
Saber cómo organizarse, entender qué es importante, qué tiene prioridad y a la vez, mantenerse motivado, son algunas de las características fundamentales que atesora un buen freelance.
No sólo tiene que ser bueno en su trabajo, sino que tiene que preocuparse por gestionar sus facturas, ser diligente con los impuestos, preocuparse por disponer de la tecnología adecuada, acceder a la formación que necesita, etc.
¿Puedes empezar sin arriesgar?
Muchos freelancers que deciden dar el salto, lo hacen después de un tiempo en el que sin haber abandonado su empresa, pueden permitirse el lujo de dedicar alggún tiempo a proyectos personales que desarrollan de forma paralela a su actividad principal.
No se trata tanto de dejarlo todo de un día para otro, como de poder ir probando, crear una pequeña cartera de clientes antes de abadonar por completo la seguridad de tener un trabajo estable y seguro.
¿Puede convertirse tu empresa en tu primer cliente?
Muchos profesionales que mantenían una excelente relación con la empresa para la que trabajaban, han empezado precisamente así: pasando de ofrecer sus servicios como trabajador, a hacerlo como profesional.
Para la empresa, que ya conoce a su trabajador, casi todo son ventajas: sabe cómo trabaja y a la vez, se ahorra dinero al no tener que pagar cotizaciones sociales. Para el profesional, es una forma de perder el miedo a los primeros momentos de incertidumbre y poder arrancar su trabajo en solitario con una red de seguridad.