Trabajar en una oficina cómoda, en la que el simple hecho de estar ahí resulte una experiencia agradable, está directamente relacionado con la productividad y la calidad del trabajo que se lleva a cabo. Cada vez más de hecho, las empresas se preocupan por diseñar oficinas que por un lado reflejen su imagen corporativa pero por otro, también sean un motivo de orgullo para sus propios empleados.Algunos ejemplos os los mostramos en «Cinco oficinas de ensueño en las que querrás trabajar» o en «Las oficinas más cool del mundo»
Teniendo esto en cuenta, si vas a abrir tu primera oficina, si acabas de alquilar el espacio que se convertirá en la sede de tu primera startup, ¿Qué principios deberías tener en cuenta? ¿Qué es lo que te debería inspirar para diseñar un espacio productivo y a la vez que mostrase lo mejor de ti mismo?
Oficina cerrada vs Oficina abierta
Es uno de los debates más antiguos. ¿Es mejor una oficina abierta que favorezca la interacción entre los empleados o una cerrada, basada en despachos y cubículos que apuesten por la privacidad?
En un primer momento todas las oficinas eran abiertas, con largas mesas y filas de empleados situados unos frente a otros como si estuvieran en una gran clase de colegio. La llegada del cubículo en los años 60, impulsado por Robert Propst fue vista como signo de modernidad, como la posibilidad de dar al empleado la independencia y la autonomía que en muchos casos llevaba tiempo demandando.
Como se vio después, el cubículo también tenía su lado negativo, sumando una legión de detractores: muchos trabajadores se sentían aislados, empequeñecidos por permanecer más de ocho horas al día «encerrados en una caja», atrapados.
Algunas décadas más tarde se volvió al plan original con ciertas variaciones. Se tiraron los muros, se crearon espacios de trabajo «colaborativos» y se fomentó la idea de que el despacho personal era cosa del pasado. Hoy en día, con la popularización del BYOD en algunos casos ni siquiera los trabajadores tienen un puesto de trabajo asignado: pueden trabajar desde donde consideren oportuno en cualquier momento: su ordenador es su puesto de trabajo.
Curiosamente estos espacios abiertos también tienen sus detractores. La falta de privacidad, el tener que aguantar altos niveles de ruido, ser espectadores de innecesarias conversaciones ajenas, o la dificultad de encontrar un espacio aislado en el que poder mantener la concentración, son algunas de las críticas más frecuentes que se hacen a este tipo de diseño, a pesar de que a la vez tenga un rostro más humano.
¿Qué tipo de espacio es mejor? Dependerá del tamaño de nuestra compañía y del rol principal de la mayoría de nuestros empleados. Si van a permanecer buena parte de su jornada laboral hablando por teléfono por ejemplo, tal vez una oficina abierta no sea la mejor de las opciones. Pero si tu prioridad es contar con equipos creativos, que pueden intercambiar ideas y donde lo importante sea el trabajo en grupo, entonces va a merecer la pena. Como veremos en la segunda parte del especial, en muchas ocasiones la mejor solución pasa por apostar por una fórmula mixta, pero como hemos visto, dependerá mucho del sector de actividad y la idiosincrasia de la empresa.
La psicología del color o ¿De qué color pintamos las paredes?
El color de las paredes de nuestra oficina puede tener un efecto directo sobre la productividad y el estado emocional de los trabajadores. Diferentes colores transmiten emociones diferentes y está demostrado que afectan a nuestro rendimiento. Entre los colores más utilizados dentro del ámbito corporativo, encontramos los siguientes:
Verde
El verde está relacionado con el pensamiento creativo. Es el color de la naturaleza y de forma inconsciente lo relacionamos con crecimiento, equilibrio y vitalidad. Suele ser uno de los colores más empleados en los espacios que apuestan por la productividad y el mejor aliado para las aŕeas de trabajo.
Rojo
El rojo es un color muy emocional e intenso. Con el rojo es fácil obtener un extra de energía en un momento determinado y durante un corto espacio de tiempo, trabajar más deprisa. Sin embargo es también un color que cansa, y tras el impulso inicial, reduce nuestra capacidad para pensar de forma analítica.
Otra de las propiedades del rojo es que estimula nuestro apetito y por este motivo, es utilizado con profusión en restaurantes y cadenas de comida rápida. En el caso de nuestra oficina, puede dar juego en espacios comunes como la cocina, aŕeas de descanso, etc.
Azul
El azul es otro de esos colores que fomentan la productividad y es uno de los colores favoritos para muchas personas, tal vez por su relación con el cielo o el mar, dos elementos que transmiten calma y paz. En su «debe» tal vez el hecho de que puede ser un color frío.
Marrón
El marrón es un color que tiende a ser asociado con la pereza y el no querer destacar, por lo que no es la mejor idea para un espacio productivo.
Rosa
Dicen que el rosa tiene un efecto tan relajante que es utilizado en algunas cárceles para minimizar la agresividad de sus internos. Pintar de rosa una sala en la que se van a mantener reuniones intensas y en la que es fácil que las palabras se escuchen más alto de lo normal, es una idea original que podemos considerar.
Blanco
El blanco es un color sofisticado, con un toque moderno, lo que le ha conseguido granjearle un buen número de empresas amigas, como la propia Apple. Pero el problema de apostar exclusivamente por un color como el blanco, es que ayuda a los trabajadores a «perderse» en sus propios pensamientos, ante la falta de otro estímulo visual que les ayude a concentrarse. Usar el blanco por supuesto es una buena idea, pero no deberíamos limitarnos únicamente a este color.
Al final es habitual que escojamos nuestra imagen corporativa para darle un toque de color a nuestra nueva oficina, pero mejoraremos el look and feel de la misma si además tenemos en cuenta cómo el color puede afectar a nuestro trabajo.
En la segunda parte de nuestro especial, veremos la importancia que tiene la iluminación y la temperatura, el diseño de áreas destinadas al management o el estilo general que podemos adoptar. ¡No os lo perdáis!