«El 80% de los profesionales confirma el auge del trabajo flexible». Así titulábamos una noticia el pasado 8 de febrero, basándonos en un reciente estudio de Regus. Esta semana hemos querido profundizar un poco más en este concepto de oficina y trabajo flexible y para ello hacerlo, hemos tenido la oportunidad de conversar con Philippe Jiménez, country manager de Regus en España.
Constantamos que pese a que es verdad que en muchas empresas se están dando pasos hacia esa forma de trabajar más flexible, lo cierto es que al menos en España todavía estamos lejos de una situación ideal. Y eso a pesar de que cómo asegura Jiménez, «la llegada de Internet, del cloud computing, de las tecnologías de movilidad, etc. han cambiado las reglas del juego» y de que por un simple hecho cultural, asociado a la progresiva incorporación de los millenials al mundo laboral, «va a traer consigo que la oficina flexible sea vista no como una oportunidad, sino casi como una obligación». Porque esta generación «ya está estudiando de otra manera, ya están colaborando de otra manera» .
Hoy en día sin embargo, la mayoría de las oficinas no están preparadas a los nuevos paradigmas de colaboración y enfocadas a la productividad (tal y como se entiende hoy en día) sino que siguen ancladas en una distribución en silos o compartimentos estancos que en la práctica dificultan estas políticas.
Y lo paradigmático de la situación es que aunque la tecnología está más que disponible y desde hace tiempo, tal y como reconoce el responsable de Regus «muchos directores IT, tal vez de otra generación no se plantean avanzar hacia un cambio que consideran ‘un berenjenal’ y prefieren mantener cierto status quo en la forma de trabajar, dejando el necesario cambio al próximo que llegue». Dicho de otra forma, sigue siendo más cómodo seguir apostando por una cultura del presentismo a otra que si bien es mucho más flexible, también representa algunos retos que no siempre se quieren afrontar.
Sin ir más lejos, los asociados al teletrabajo. Si bien al principio es visto por muchos como una oportunidad y no han faltado empresas que han puesto en marcha muchos programas piloto, en España y salvo en el caso de freelancers o profesionales, sigue siendo una modalidad de trabajo casi anecdótica. Por varios motivos. En primer lugar, como afirma Jiménez, «el trabajador no tiene siempre en casa la tecnología o el espacio adecuado para teletrabajar correctamente. En segundo término, muchos jefes carecen de la formación necesaria o el interés como para implementar o evaluar este tipo de trabajo».
Y desde el punto de vista del trabajador, es fácil que transcurrido el entusiasmo inicial, surja cierta sensación de aislamiento, de no ser considerado, o de cierta sensación de invisibilidad. Esto motiva que en países tal vez más avanzados que España en este terreno, la tendencia es precisamente un escenario mixto en donde el trabajador acude con regularidad a su centro de trabajo, pero que a la vez dispone de la flexibilidad necesaria para poder trabajar desde donde considere oportuno, ya sea desde una cafetería, ya sea desde cualquiera de los centros que una empresa como Regus ofrece en las principales ciudades del mundo y que se localizan en espacios tan variopintos como aeropuertos, estaciones de tren, centros comerciales o incluso en algunos países, hasta en gasolineras.
Un enfoque distinto por lo tanto al del teletrabajo «tradicional», el de oficina flexible, y que no está limitado únicamente a emprendedores que se acercan a centros de coworking (que también), sino que incluso resulta interesante para grandes empresas que en un momento determinado pueden considerar que resulta más beneficioso llevar a cabo un determinado proyecto en uno de estos centros que permanecer «recluidos» en sus propias instalaciones.
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