Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) titulado «Perspectivas sociales y del empleo en el mundo 2015», en 2019 más de 212 millones de personas no tendrán trabajo frente a los 201 millones actuales, es decir, habrá 11 millones de parados más.
Los jóvenes, en particular las mujeres jóvenes, siguen viéndose afectadas por el desempleo de manera desproporcionada. Los trabajadores jóvenes de entre 15 y 24 años tuvieron una tasa mundial de desempleo de casi el 13% en 2014, cuando cerca de 74 millones de personas de esa edad buscaban trabajo.
El aumento del desempleo de los jóvenes es común a todas las regiones y se produce a pesar de la mejora del nivel de educación, lo que fomenta el malestar social. Raymond Torres, jefe del departamento de Investigación de la OIT, puntualizó que se ha demostrado que allí donde el desempleo juvenil aumenta, la conflictividad social se incrementa.
En concordancia con la tasa de desempleo mundial, el malestar social se disparó desde el comienzo de la crisis en 2008 y en la actualidad es casi el 10% más alto que antes de la crisis.
Las perspectivas de reducir la incidencia del empleo informal se han deteriorado. El desempleo de los hombres sigue siendo significativamente más bajo que el de las mujeres (5,3% y 7,7% respectivamente en 2013) si bien la diferencia se ha reducido desde comienzos de la década.
Con respecto al empleo vulnerable (trabajadores por cuenta propia y empleadas en el hogar no remuneradas) dos regiones, Asia Meridional y África Subsahariana, concentran tres cuartas partes de este tipo de trabajo.
El informe indica que la desigualdad de ingresos seguirá ampliándose, con el 10% más rico de la población que sumará entre 30 y 40% del total de los ingresos, mientras que el 10% más pobre ganará solo entre 2 y 7%.