Todos tenemos algunas características en nuestra personalidad que nos alejan del éxito. Procrastinamos, nos distraemos, queremos pensar a lo grande o nos obsesionamos con los pequeños detalles. Pero para corregirnos, para enfocarnos hacia el éxito, el primer paso es detectar cómo somos y qué rasgos de nuestra personalidad nos gustaría cambiar. La revista Inc identifica con trazo grueso, los trece principales que te alejan del éxito.
El procrastinador
Hemos hablado muchas veces del procrastinador. Tiene mucho que hacer, pero no sabe por dónde empezar, por lo que prefiere distraerse haciendo cualquier otra cosa que le evite tener que empezar a trabajar. Comienza siendo una persona desmotivada y más tarde se convierte en una persona apática. Para evitar procrastinar te recomendamos: «21 trucos para dejar de procrastinar» o «Procrastinación: siete pasos para derrotarlo para siempre»
El privilegiado
Siente que está destinado a triunfar porque tiene ideas brillantes. Pero sin pasión, sin trabajo duro y sin perseverancia, lo único que hace es arrastrarse de un fracaso al siguiente y se siente continuamente decepcionado consigo mismo.
El pesimista
El pesimista siempre es negativo. El pesimismo conduce directamente al fatalismo y más tarde al auto-sabotaje de su propio trabajo, de modo que puede demostrar que tenía razón desde el principio.
El distraído
El distraído se obsesiona por cualquier cosa que le llama atención. Pasa demasiado tiempo comprobando sus redes sociales, respondiendo de inmediato a cualquier e-mail que llega a su bandeja de entrada y se pierde en un mar de enlaces que le llevan a consumir las noticias más absurdas y poco útiles de Internet.
Frente al que procrastina, el distraído no lo hace porque quiere evitar comenzar a trabajar, sino porque sencillamente no puede evitarlo. Si te identificas en este perfil, no te pierdas nuestro artículo «Aprende a evitar las distracciones en el trabajo».
El vago
Poco podemos decir en este aspecto. El vago asume que las cosas se hacen solas y no se preocupa por encarar problemas o buscar soluciones. Pero además de la vagancia que exaspera a los demás, también hay una forma de «hacer el vago» para en realidad resultar más productivos. Te lo contamos en este artículo.
El soñador
Tiene grandísimas ideas y un montón de sueños que cumplir. Pero cada sueño necesita la dirección adecuada y un sistema de trabajo para poder ser llevado a la práctica. Al soñador le falta eso.
El que no cree
Es una persona que no tiene fe en sí misma ni en sus posibilidades. Sencillamente, no se ve con la capacidad para triunfar. Y como una profecía auto cumplida, no triunfa.
El miedoso
Al miedoso le falta el valor suficiente para embarcarse en un proyecto arriesgado y que por supuesto, puede salir mal. Prefiere la seguridad de lo conocido y nunca hará nada que destaque en especial o llame la atención de los demás.
El perezoso
El perezoso es probablemente el peor de todos. Es peor que el vago, que e distraído o el procrastinador. No tiene ni motivación, ni ambición, ni en realidad nada que le haga moverse lo más mínimo por el bien común.
Al que le falta visión
No sabe lo que quiere, ni lo que quiere conseguir. Por lo tanto no sabe dirigir a su equipo hacia un objetivo y tampoco sabe definir cuáles son sus metas personales. Por lo tanto simplemente intenta hacer un montón de cosas más o menos aleatorias, con la esperanza de que alguna salga bien. Si te encuentras en esta situación no te pierdas nuestro artículo «Siete reglas para formular objetivos realistas» .
El estrecho de mente
Nunca va más allá de lo obvio. Lo que se presenta aquí y ahora lo da por bueno y no hace ningún intento de mejorar o de cambiar el enfoque de lo que ha hecho en primer lugar.
El no productivo
Siempre está ocupado, pero nunca está del todo claro lo que está haciendo. Se entrega en cuerpo y alma a la multitarea y resulta ser mucho menos productivo que cualquier otra persona de la empresa.