En 1965 el MIT enviaba el primer correo electrónico de la historia. Casi cincuenta años después, la tecnología sobre la que se construye el correo electrónico y la forma en la que trabajamos con nuestro e-mail, se ha mantenido básicamente igual. Por supuesto, se han producido muchos avances, nos hemos desplazado a la nube y hemos creados apps, pero si pensamos en la mecánica de una persona que envía un correo y otra que lo recibe, en realidad poco ha cambiado.
Y sin embargo no ha sido por falta de ganas. Cada cierto tiempo, una gran empresas tecnológica asegura que tiene la llave mágica para cambiar el e-mail y nos muestra una solución que acaba siendo olvidada por todos tras su breve hype inicial. Sin lugar a dudas el último gran intento fue Google Wave, que en realidad era más una solución de colaboración on-line que un reemplazo al correo electrónico como tal.
Pero desde hace unos años, tal vez porque de forma colectiva nos hemos convencidos de que la esencia del e-mail no se puede cambiar, la industria ha tomado un nuevo giro. La convicción de que si no se puede crear algo nuevo, al menos es posible crear algo radicalmente mejor. La idea que guía las nuevas soluciones no es ya tanto cambiar el correo electrónico, sino intentar que no nos sintamos desbordados por bandejas de entrada que crecen sin parar.
Más que promesas
Precisamente la propia Google presentó hace poco Inbox, su nueva apuesta para gestionar mejor nuestro correo. Os hablamos de esta solución en MuyPymes. También os contamos cómo podíais probar la solución sin necesidad de contar con una invitación, sistema que Google no había utilizado desde precisamente, el lanzamiento de Wave y anteriormente de Gmail.
Pero Google no es la única gran empresa que persigue el mismo fin. La semana pasada, IBM se lanzó a la piscina al presentar Verse, un nuevo servicio que ofrece una ventana única para todas las comunicaciones empresariales. Actualizaciones en redes sociales, videochats, mensajes instantáneos, calendarios, reuniones o envíos de correo electrónico, todo se gestiona a través de la nueva solución.
Y unos días antes, Microsoft hacía lo propio con Clutter, un nuevo servicio que como capa adicional de Outlook y Office 365, promete simplificar al máximo nuestra bandeja de entrada, mostrándonos en cada momento los e-mails que necesitamos leer y ocultando el resto hasta que «sean necesarios» o archivándolos definitivamente cuando realmente no lo sean. En este terreno tanto la propuesta de IBM (con Watson) como la de Microsoft (con Office Graph) parten de un planteamiento similar: crear una solución que aprenda de los hábitos de los usuarios (behavioural approach) haciendo para ello uso del big data.
Pero los pesos pesados de la industria tecnológica no están solos en esa batalla de cambiar la forma en la que el e-mail funciona. Las startups también están haciendo lo imposible por convencer a los usuarios que hay otra forma de gestionar su bandeja de entrada. Una de las que mejor lo está haciendo es Mailbox, empresa adquirida recientemente por Dropbox y que ha conseguido conquistar a los usuarios gracias a una interfaz basada casi de forma exclusiva en gestos y en la que podemos gestionar los correos que recibimos casi sin pensar que lo estamos haciendo.
¿No se reinventa entonces el correo? Depende. Algunas creen que si parece imposible eliminar la dependencia del correo electrónico externo, sí que es posible al menos eliminar el que se produce dentro de la organización, con el objetivo de favorecer mejores formas de colaboración. Hablamos por supuesto de las redes sociales corporativas, donde también Microsoft quiere jugar un papel importante con Yammer.
Entre estas, una de la que más atención mediática ha acaparado en los últimos tiempos es Slack, La aplicación, disponible tanto en escritorio como para las principales plataformas móviles, se presenta como una interfaz unificada de todas las comunicaciones que se producen dentro de la empresa, generando un stream en tiempo real en el que se mezcla mensajería instantánea, proyectos o conversaciones que están activas y la integración (y esta es la principal novedad) de una pléyade de servicios en los que ya confía la empresa, como pueden ser Twitter, Salesforce, Google Docs, Excel, Dropbox y en general cualquier herramienta de productividad con una API que lo permita.
Incluso una herramienta tan alejada en principio del correo electrónico como Evernote, también está dando pasos en la misma dirección con el lanzamiento de Workchat, una forma más sencilla de colaborar entre los usuarios de la aplicación. Workchat elimina en este sentido de abrir una nueva ventana para enviar un correo electrónico o un mensaje instantáneo y permite a los usuarios de Evernote compartir instantáneamente pensamientos, ideas, referencias y recursos sin la necesidad de interrumpir su ritmo de trabajo.
En definitiva parece claro que hay algo que se mueve en el mundo del correo electrónico pero a pesar de ello, a falta de una nueva solución universal y estandarizada, seguimos en un escenario de reinos de taifas, en el que (esperemos que no), podríamos permanecer otros cincuenta años más.
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