Contar con un equipo eficiente de trabajo en tu empresa es algo que merece la pena conservar. Lo importante siempre es saber cómo mantener el buen ritmo y la constancia al cien por cien. Por regla general se suele conseguir con humildad y mimando a los empleados, agradeciéndoles su esfuerzo y su lucha diaria. Desgraciadamente la situación actual no ayuda mucho a reconocer el esfuerzo de los eficientes, por lo que, ¿realmente merece la pena ser eficiente? La respuesta es sí, pero tienen que ser los jefes los que hagan saber al empleado que hacer las cosas en tiempo y forma supone un plus, tanto para su desarrollo como para la empresa.
«Ahora más que nunca hay que hacer un esfuerzo, porque no hay reconocimiento ni aumento de sueldo. Las personas que tienen un equipo a su cargo tienen que diferenciar a aquellos que aportan de los que no», asegura Yolanda Gutiérrez, socia de Mercer.
Por su parte, Josep Ginesta, director de la oficina de trabajo de la UOC, explica que la gestión de los más competentes depende en buena parte de un reparto equitativo de funciones en el equipo: “El jefe debe ser consciente de la carga de trabajo que tiene cada uno de los miembros de su equipo”. Pero, además de esta organización, considera fundamental hacer un seguimiento semanal.
Según Ginesta, el jefe también tiene que ser capaz de sacar a la luz los errores y acometerlos para que no vuelvan a producirse. «Siempre hay personas ineficientes, jetas que intentan aprovechar en su favor la eficiencia ajena» pero, según Ginesta, «a veces estos profesionales actúan así porque desconocen qué se espera de ellos. Es obligación de su superior contar con un sistema que fomente la pedagogía de la eficiencia en la organización».
José Ignacio Jiménez, socio director de Norman Broadbent, afirma que la única manera de no quemar a los eficientes es mediante el reconocimiento de su trabajo, «haciéndoles saber que su forma de trabajar es muy beneficiosa para la organización, de que sacar el trabajo a diario es fundamental». También considera importante hacerlo público, «porque, a menudo, estos profesionales se mueven mejor en este tipo de gratitud por parte de sus iguales».
Si te consideras un trabajador eficiente, una persona que siempre cumple con lo que se le ordena y, además, siempre estás dispuesto a asumir nuevos proyectos, has de tener en cuenta una serie de consejos, que nos llegan desde Expansión, si no quieres que tu permanente actitud positiva acabe siendo tu condena laboral.
1. Aprende a decir no.
2. Organiza tu jornada laboral de manera que tengas tiempo para hacer todo aquello a lo que te has comprometido. Si crees que no puedes cumplir el objetivo que has tomado, aunque te resulte muy atractivo, es preferible que lo rechaces. Un compromiso no cumplido hace más daño que una negativa.
3. Si sientes el mayor sentimiento de vértigo ante cualquier situación, aprende a manejarlo o renuncia al desafío que te plantean, si es que tienes opción. Actúa de manera imperceptible y subterránea. El miedo impregna nuestras vidas, y lo hace de una manera tan intensa como nociva. Prevenirlo no es resguardarse ante él, sino afrontarlo de cara a hacer aquello que se teme.