Grecia vuelve a ser noticia debido a la convulsa situación en el plano económico y social que se vive en el país. A parte de aumentar el número de horas laborables, esta semana se están negociando las medidas de austeridad entre el Gobierno y los prestamistas de la troika (recortes por ayuda, 31.000 millones de euros), en un contexto en el que se rumorea la concesión de un tercer rescate.
En estos momentos en los que España vive una situación límite, muchos ven en Grecia un espejo en el que mirarse, un reflejo de los que nos depara. Lo cierto es, que el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, evitó ayer responder acerca de si aceptaría el aumento de la jornada laboral a seis días y se limitó a valorar «los importantes esfuerzos» llevados a cabo por Gracia. ¿El que calla otorga?
En España, el estatuto de trabajadores, que es el marco regulatorio en el que transcurren las relaciones entre trabajadores y empresarios, establece «como máximo 40 horas semanales de trabajo efectivo de promedio al año». Cinco días, ocho horas.
Y también, según la norma, «siempre habrá un mínimo de 12 horas entre el final de una jornada y el comienzo de la siguiente». Respecto a las horas extras, el número de éstas no podrá exceder a las 80 al año (con excepciones), que siempre deberían ser voluntarias salvo que esté pactado por convenio.
El presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de Horarios, Ignacio Buqueras, sostiene que «unos horarios razonables favorecen la productividad, que el objetivo es la eficacia». Además, recuerda que «más horas de trabajo implica mayores gastos de electricidad, calefacción y aire acondicionado».