El próximo viernes el Consejo de Ministros vuelve de vacaciones para retomar uno de los temas que más preocupa en estos momentos en nuestro país, el de la economía, pendiente a ser rescatada. Son muchas las apuestas que se están haciendo sobre el qué se anunciará de nuevo. Lo cierto, es que el Gobierno prepara nuevos ajustes que podrían tener un denominador común con los anteriores, se ceban con los más débiles del sistema.
Ya se habla de nuevas subidas de impuestos y menos gasto en pensiones si en las cifras de recaudación que presentará Montoro no hay signos de mejora. En la valoración que pueda hacer Montoro habrá casi tantas certezas como incertidumbres. Hacienda sabe cuánto ahorrará por haber eliminado una paga extra de los empleados públicos (más de 5.000 millones), pero desconoce si las estimaciones que hizo para la subida del IVA (en vigor desde el 1 de septiembre) o los retoques a la reforma del impuesto de sociedades (desde el mes pasado) van por buen camino. A todo esto hay que sumar una incógnita absoluta: cómo irá la amnistía fiscal, que se cierra a finales de noviembre.
En lo que respecta a los impuestos especiales, Industria pretende establecer un recargo sobre el gas natural, pero el esquema no está cerrado, ni se puede descartar que no se extienda a gasolina y gasóleo. Aumentar el gravamen en bebidas alcohólicas o tabaco es otra opción, como lo es establecer nuevas figuras tributarias para proteger el medio ambiente, uno de los consejos habituales de Bruselas.
Lo que sí parece claro de todo esto, es que el Gobierno del Partido Popular sí «tocará» las pensiones y con ello pocas promesas les quedarán ya por romper. Mariano Rajoy fue muy claro recientemente, “El único gasto que queda por tocar es el de las pensiones”. Es también la partida de gasto más voluminosa, 115.000 millones si se incluyen los pagos a funcionarios jubilados, y un caballo de batalla de las autoridades europeas, que creen que es un gasto excesivo en función de la esperanza de vida española.