Si comparamos a los jóvenes españoles con el resto de Europa, la emancipación tardía es un rasgo mayoritario. Según datos recogidos en el volumen 34 de «la colección de Estudios Sociales de la Fundación la Caixa: La transición de los jóvenes a la vida adulta. Crisis económica y emancipación tardía«, el 67,4% de los jóvenes españoles de entre 20 y 29 años aún viven con sus padres. Lógicamente, la situación laboral es un factor determinante que contribuye a este hecho. En 2011, el 44,4% de los jóvenes entre 20 a 24 años estaban en paro y el 58,6% de los ocupados tenía un contrato temporal.
Por otro lado, la precariedad laboral hace que hasta los jóvenes que trabajan no puedan independizarse. El 18,7% de los jóvenes ocupados de 30 a 34 años y el 43,9% de los de 25 a 29 años todavía vive con sus padres. Como no puede ser de otra manera, esta situación provoca un efecto dominó, que golpea en factores vitales como la formación de la pareja y el nacimiento del primer hijo. En 2009, la edad media de la mujer al nacer su primer hijo era de 31 años en España y el 60% de los alumbramientos provenían de padres mayores de 30 años. Se trata de la media de edad más elevada de toda Europa.
Por otro lado, a pesar de los efectos de la crisis, el porcentaje de jóvenes usuarios de los servicios sociales es deficitario; así, en el año 2009 apenas representaba el 1,18%. Este dato se puede explicar por la desconfianza de los jóvenes hacia las instituciones públicas y los políticos. Los jóvenes españoles reconocen cierta desconfianza en los políticos (los puntúan con un 2,8 sobre 10).