La gran triunfadora en la noche de los Óscars, en su edición 84, fue indiscutiblemente The Artist. Esta peculiar película, que nos devuelve al cine mudo y en blanco y negro, ha conseguido nada más y nada menos que el premio a la mejor película del año, además de muchos trucos para poder ser un buen emprendedor, o por lo menos intentarlo.
La historia narra la existencia de una estrella del cine de los años 20, George Valentin, que se enfrenta a la llegada de las películas habladas. Si no la has visto espérate a leer el artículo, ya que estas lecciones para emprendedores extraídas de The Artist están repletas de spoilers.
Lo cierto, es que Peppy Miller, el personaje que interpreta Bérénice Bejo, es un claro ejemplo de emprendedora. Miller quiere ser una estrella en HollyWood, algo muy complicado, incluso en los años 20, época en la que está ambientada la película.
Pero Miller, confía mucho en su producto, aprovecha sus golpes de suerte, escucha los consejos de aquellos que han alcanzado el éxito y sabe sacar provecho de ellos, además sabe sacar partido a los cambios, sabe ver las oportunidades, y cuando la industria del cine mudo languidece, ella se apunta al desconocido cine sonoro.
Por el contrario, George Valentin, el protagonista masculino, es el claro ejemplo a no seguir si se quiere conseguir el éxito en cualquier industria. Cuando llega el cine sonoro, Valentin no quiere ver más allá y admitir que el cine mudo está siendo reemplazado por el sonoro. Su actitud ególatra le hace creer que el público sólo quiere verlo a él, dándole igual que se hable o no. Frente a la emergente y emprendedora Peppy Miller, George Valentin se convierte en todo lo contrario al espíritu emprendedor.
Valentin es también un ejemplo claro lo que no debe de hacer una empresa emprendedora. El actor tiene una idea, que no cuenta con el respaldo de la industria. No consigue seducir a los inversores, pero se lanza a crearla él mismo, un error que le lleva a la decadencia.