Casi todas las empresas, no importa lo grandes o pequeñas que sean, cuentan entre su plantilla con personas un tanto «incómodas» para sus compañeros, ya sea por su forma de trabajar, por sus opiniones, por las críticas gratuitas que vierten sobre los demás, etc.
Son personas que más que sumar para lograr un objetivo común, restan y pueden ser tanto nuestros superiores como compañeros o personas que «dependen» de nosotros. En un tono humorístico, la publicación «Startup Professionals Musings» nos «ayudan» identificar a estas personas tomando como partida lo que considera que son sus frases más típicas.
«Sabía que esto iba a pasar»
Este sabelotodo siempre tiene una respuesta para cualquier cosa. Y no sólo eso, sino que está orgulloso de hacértelo saber. Evidentemente siempre te lo dice cuando la circunstancia ya se ha producido, por lo cual su capacidad de anticipación tiende más bien a cero.
«No te vas a creer lo que he conseguido»
Para el bocachancla, la palabra «discreción» no tiene significado alguno. Sus conversaciones al teléfono, sus reuniones, lo que ha desayunado esa mañana o lo bien que le ha ido esa nueva dieta, son de dominio público. Quiere hacerse notar por todos y lo consigue, aunque en muchas ocasiones los motivos no sean los mejores.
«Estoy tan enfadado que podría gritar»
Las personas que no son capaces de controlar su temperamento, y que chillan a sus empleados o a sus compañeros a la primera de cambio, no hacen ningún bien a los demás. Es más, perjudican seriamente el ambiente laboral y desde luego, no mejoran el rendimiento de la persona a la que están chillando.
«Saben aquel que diu…»
Todas las oficinas del mundo tienen a su propio bromista, ese chistoso que consigue que nuestra jornada laboral sea un poco más amena. El problema deriva de esas otras personas que intentan suplantar al bromista. Personas que creyéndose graciosos, no solamente no lo son, sino que además, pueden resultar ofensivos para muchas otras personas. Suelen ser personas inseguras y que normalmente se «ceban» con los que consideran que son los más débiles del grupo.
«Estoy tan ocupado…No tengo tiempo»
El quejica de la oficina siempre se lamenta de que tiene mucho más trabajo que los demás. Como no sabe (o quiere) organizarse bien, vive en un caos constante del que le cuesta salir. Se queja de que pasa muchas más horas en la oficina que los demás, se queja de todas las llamadas que tiene que hacer o informes que redactar, pero lo peor de todo es que lo hace pesar. De esta guisa, nunca está dispuesto a ayudar a los demás.
«No tengo vida»
Es la evolución natural del quejica. No sólo les afecta todo lo que ocurre dentro del trabajo, sino también todo lo que pasa fuera de él. Siempre parecen tener problemas con su pareja (y nos lo hacen saber), no se hablan con su familia (y nos lo hacen saber), son odiados por sus amigos (lo cual tiene sentido) y en general viven en una amargura continua que puede acabar contagiando al resto de la oficina.
«¡Estoy tan preocupado por el proyecto!»
Siempre se ponen en lo peor. Cualquier pequeña incidencia es percibida como gravísima y como consecuencia, consiguen estresar al resto de los miembros de su equipo de trabajo. Revisan una y otra vez el trabajo de los demás, pero se preocupan poco por la calidad del suyo propio.
«Necesito robarte un poco de tu tiempo»
En general, todos estamos dispuestos a ayudar a un compañero que nos pide ayuda o que necesita hacernos una consulta. El problema es que hay determinadas personas que necesitan ayuda 24 horas al día, los cinco días de la semana laboral. Interrumpen constantemente el trabajo de los demás, adoran las reuniones y en general, convierten en asuntos de vida o muerte las cosas más triviales.
«Estoy rodeado por idiotas e incompetentes»
El ego de estas personas es monstruoso. Se creen tan por encima de los demás que no son capaces de aceptar ninguna crítica, ningún consejo. Por otro lado, miran por encima del hombro a sus compañeros y desprecian su trabajo. Es una de las personalidades más tóxicas que podemos encontrar y deberíamos huir de ellos como de la peste.
«No es justo»
El mundo es un lugar hostil, cruel y desalmado. La vida no es justa y todos lo sabemos. Sin embargo, no nos pasamos todo el día quejándonos, sino que nos acostumbramos y lo llevamos lo mejor que podemos. Pero la persona «No es justo» y la persona «¿Por qué a mí?» no acaban de entenderlo y piensan que existe una especie de complot conspirativo internacional que actúa en su contra.