Recientemente, la internacional revista Fortune hacía mención a una realidad cada vez más extendida, el realizar un trabajo sin recibir ningún tipo de compensación económica. Fortune alertaba de que cada vez más gente está dispuesta a trabajar sin percibir un sueldo. No se trata de jóvenes recién licenciados que buscan su primer empleo, si no de profesionales, más o menos cualificados, que persiguen la promesa de un puesto futuro, una experiencia profesional y en estos tiempos de crisis están dispuestos a hacerlo sin cobrar.
Carlos Delgado, presidente de Compensa Capital Humano, cree que «aunque la retribución clásica entendida sólo como salario ha muerto, esta tendencia de trabajar gratis no es realmente sostenible. Puede resultar interesante en un momento como el actual, en el que muchos apuestan por una formación gratuita, pero se trata más bien de un fenómeno circunstancial. El empleador le pedirá a esa persona que se quede finalmente en su empresa, y está claro que no podrá estar siempre sin cobrar. Y de todas formas, aunque sea gratis, no se puede tener a alguien que haga mal las cosas».
Por su parte, Paco Muro, presidente ejecutivo de Otto Walter España, afirma que el esbozo de esta tendencia «es como si un buen trabajador en paro le pidiera a un empresario: ‘Déjeme un hueco en su empresa por unos meses para que le demuestre que sí es rentable que me contrate, y si me lo gano, me lo paga’. No parece un mal intercambio tal como están las cosas. Al menos, merece una reflexión».
Lógicamente aceptar el trabajo gratis tiene su lado oscuro. El profesor de Esade sostiene que se pueden dar abusos, y generalizar este modelo puede llevar a que algunos encuentren la manera de aprovecharse de los demás con esta fórmula. «No me preocuparía si existe un compromiso y unos plazos por parte de la empresa y del posible empleado. Un mundo en el que no hay un cierto nivel de confianza nos lleva a la explotación transitoria de las personas».