Siguiendo algunas de las medidas que puso en marcha Alemania contra la crisis en el 2009, el gobierno de Sarkozy propone mantener las plantillas, incluso si las empresas se enfrentan a pérdidas. A cambio, los trabajadores deberán aceptar salarios más bajos. Como incentivo, el Gobierno pagaría parte de los salarios y la Seguridad Social.
La legislación gala ya permite este tipo de acuerdos, a tres bandas entre empresas, trabajadores y el Estado, pero ahora el Ejecutivo quiere simplificar los procedimientos administrativos y reducir la burocracia. Este plan se podría aplicar a todos los empleados de cada empresa.
El Ejecutivo de Sarkozy también estará barajando iniciar un debate más amplio sobre la flexibilidad en el tiempo de trabajo, que facilitaría variar la jornada y vincular el salario a la demanda. Sarkozy tendría la intención de discutir ambas propuestas con los sindicatos y las empresas el próximo 18 de enero. La duda que surge es cómo financiará este tipo de medidas que podrán llegar a costar 1.000 millones de euros el año próximo.