Afrontemos la realidad. Nueve de cada diez nuevas empresas no superan los tres años de vida y más de la mitad, fracasan antes del año. Esto sucede en España y sucede también en Estados Unidos, un país en el que no se demoniza el fracaso, sino que se valora el esfuerzo realizado; un país en el que los empresarios que se ven obligados a cerrar no son vistos como parias sociales, sino como personas que se han atrevido a arriesgarse.
Esto no quiere decir que el fracaso sea una experiencia plenamente positiva. Es más bien algo de lo que aprender, un punto de inflexión que nos tiene que llevar a tomar el impulso necesarios para volver a intentarlo de nuevo. Eso sí, tampoco hemos de ser indulgentes con el fracaso y a la hora de analizar qué es lo que ha pasado, deberíamos plantearnos las siguientes cuestiones.
1. ¿Qué podemos aprender?
Todos sabemos que buena parte del éxito o fracaso empresarial viene determinado por factores externos que no podemos controlar. Pero también sabemos que otra parte importante en achacable directamente a cómo hemos gestionado nuestro proyecto empresarial.
Por más que nos lamentemos de la «mala suerte», debemos asumir nuestra responsabilidad, saber que es inútil poner excusas o culpar al mundo. Hay que ser crítico sí, pero también constructivo. Podemos empezar por algo tan simple como escribir una lista de los elementos clave del proyecto y valorar qué podemos aprender de cada uno de ellos.
2. ¿Qué podríamos haber hecho de forma diferente?
En algunas ocasiones no tendremos otro remedio que volver una y otra vez sobre nuestros pasos, pero en otras descubriremos que podríamos haber tomado un camino totalmente diferente. ¿Qué otras opciones teníamos? ¿Podíamos haber gestionado nuestra empresa de otra forma?
3. ¿Necesitamos adquirir nuevas habilidades o potenciar alguna de nuestras competencias?
La falta de competencias o habilidades en materias como administración de empresas, gestión contable, marketing, etc. se encuentra directamente implicada en el fracaso de muchas start-ups y proyectos empresariales.
Reconocer nuestra falta de conocimiento en competencias clave es el primer paso para o bien formarnos mejor en aquellas áreas en las que flaqueamos o ser conscientes de que necesitamos la ayuda de un profesional experto.
4. ¿De quién podemos aprender?
Una vez que hemos «fracasado» quizás podemos volver a empezar siguiendo los consejos de alguien con más experiencia que nosotros ¿Tenemos un ex-jefe, amigo, colega de trabajo etc. que realmente pueda ofrecernos una visión profesional sobre lo que nos ha pasado¿ ¿Pueden ofrecernos una visión crítica y constructiva sobre en qué podemos mejorar?
5. ¿Qué vamos a hacer ahora?
Si hemos llegado hasta aquí, el siguiente paso consiste en trazar un plan de acción. ¿Vamos a lanzarnos hacia un nuevo proyecto empresarial? ¿Cuáles son nuestros objetivos? El fracaso acabamos de vivir quizás pueda ayudarnos a triunfar esta vez, que se convierta en un contratiempo en nuestro camino hacia el éxito.