En los tiempos que corren, solemos exigir a los trabajadores que sean más productivos que nunca. Las jornadas laborales tienden a alargarse y los trabajadores incrementan su nivel de estrés.
Cuando se da esta situación, el buen manager debe ser consciente de que está sobre una olla a presión que puede estallar en cualquier momento y debe saber por lo tanto, actuar de forma preventiva. ¿Cómo debemos hacerlo? En primer lugar poniéndonos en el lugar de los miembros de nuestro equipo, para después…
Apagar el fuego
Uno de las primeras medidas que tenemos que tomar afrontar directamente los problemas individuales que se están presentando.
Mantener una reunión personal con cada persona y discutir sobre las tareas que se le han asignado, su grado de responsabilidad, qué es lo que se puede delegar, o en qué proyectos no debería estar implicado es un buen primer paso para calmar los ánimos.
Ayudar a priorizar
Cuando un trabajador se siente sobrepasado por la carga de trabajo que está soportando, podemos ayudarle a priorizar las tareas más importantes que debe acometer, ayudándole a descubrir por ejemplo cuáles son las que puede dejar para más adelante.
Animar al trabajador a ser transparente y honesto cuando se sienta sobrepasado o aprender a ser flexible con las fechas y plazos de entrega son pasos necesarios que debemos dar en este punto.
Por otro lado debemos asegurarnos que el trabajador cuenta con las herramientas necesarias para poder realizar su trabajo de forma eficiente (un equipo TIC obsoleto puede llegar a ser desesperante).
Facilitar la conciliación familiar
Una política que favorezca la conciliación entre la vida profesional y personal siempre contará con el aplauso de los trabajadores. Ya sea favoreciendo la jornada continua, o bien permitiendo trabajar a distancia, este tipo de medidas (entre otras) ayudan a que el trabajador pueda organizar mejor su tiempo y no se sienta tan estresado.
Anima a tus trabajadores a focalizarse en proyectos, y no en horas de trabajo, permite abandonar la clásica cultura española de «calentar la silla» y que puedan en cambio cumplir con sus obligaciones personales sin tener que sentirse culpables por ello.
Recompensar el trabajo bien hecho
Cuando nuestro equipo trabaja más de lo necesario y realmente se implica para el éxito de un proyecto, no resulta ni mucho menos descabellado premiar su esfuerzo.
Y no sólo estamos hablando de bonus o premios en metálico (algo que quizás muchas empresas no se puedan permitir). Hablamos de un reconocimiento público del trabajo bien hecho, o de algo tan simple como conceder un día extra de vacaciones.