En alguna ocasión hemos comentado en MuyPymes cómo la procrastinación es el enemigo número uno de la productividad y os hemos mostrado algunas claves para ayudaros a vencerla. Sin embargo aunque casi todos sabemos reconocer fácilmente cuándo estamos procrastinando, no siempre en sencillo reconocer los síntomas que nos convierten en una persona procrastinadora o que procrastina con excesiva facilidad. Veamos a continuación que síntomas deberían disparar todas las alarmas.
Falta de visión
No tener una visión clara de futuro, lo que queremos conseguir y cómo queremos conseguirlo es una de las grandes razones que nos pueden llevar a procrastinar de forma habitual Si no vemos claro cuáles son los beneficios de llevar a cabo un trabajo determinado, ¿Por qué nos íbamos a molestar si quiera en empezarlo?
Falta de tiempo
La supuesta falta de tiempo que todos parecemos sufrir es la principal excusa que esgrime el trabajador moderno. Sin embargo si analizamos bien la tarea que tenemos enfrente, son poquísimas las ocasiones en las que realmente podemos decir sinceramente que no tenemos tiempo para llevarla a cabo, que no hay un hueco en nuestro día a día para seguir progresando.
Estar «permanentemente ocupado» no es necesariamente sinónimo de ser eficiente o productivo, y normalmente lo que revela esa supuesta falta de tiempo es incapacidad para organizarse bien, delegar o falta de las competencias necesarias en una área clave.
Falta de organización
La falta de organización sí que es en cambio, una de las principales causas que nos pueden llevar a procrastinar. Básicamente porque si somos desorganizados probablemente no sepamos qué es lo que tenemos que hacer en cada momento, o cuáles son nuestras prioridades, lo cual nos puede conducir a no saber por dónde empezar.
Cansancio
El cansancio suele ser otro de los motivos más recurrentes a la hora de posponer una tarea o un proyecto. Siempre parecemos sentirnos demasiado cansados como para empezar, dar ese primer paso que inevitablemente lleva a un segundo y un tercero hasta que terminamos la tarea pendiente.
El único remedio en este caso es determinar con precisión dónde se encuentra la causa de nuestro cansancio, sobre todo cuando no es un hecho puntual, sino una situación que se repite una y otra vez. ¿Estamos comiendo de forma adecuada? ¿Dormimos las horas que necesitamos? ¿Hacemos ejercicio?
Miedo
El miedo a no ser capaces de conseguir nuestro objetivo puede llegar a paralizarnos y no dejarnos empezar. El miedo al fracaso, a no ser lo suficientemente buenos, o incluso el miedo al éxito (y por tanto tener que asumir más responsabilidades) suelen conducirnos a un estado de inacción y apatía del que es difícil salir si no visualizamos claramente cuáles serán las consecuencias de no afrontar ese proyecto.
Nos distraemos con facilidad
En un mundo cada vez «tecnológico», en el que vivimos rodeado por redes sociales, e-mails, mensajes de Whatsapp, feeds RSS, etc. cada vez es más sencillo distraerse. Las fuentes de distracción de multiplican y se nos muestran a un click de distancia.
En MuyPymes hemos escrito buenos artículos sobre cómo podemos vencer todas esas distracciones que nos asaltan a diario.
Nos sentimos sobrepasados
La complejidad de algunas tareas o proyectos pueden hacer que nos sintamos desbordados, incapaces de empezar. Tenemos tanto que hacer que no sabemos qué es realmente lo que tenemos que hacer, cómo empezar, cuál es nuestra prioridad…Aprender a gestionar nuestras tareas (con ayuda de una aplicación o simplemente en un cuaderno), puede ayudarnos a dimensionar nuestro proyecto y saber cuáles son los pasos que tenemos que dar.