La gestión de competencias directivas es clave para la consolidación y desarrollo de empresas y organizaciones. Mejorar las competencias directivas es mejorar la calidad del trabajo directivo, lo que conlleva la mejora de los resultados empresariales. Es por ello que, en un entorno tan cambiante y complejo como el actual, es más importante que nunca rodearse de un equipo de trabajo comprometido, coordinado y bien liderado por el “jefe”. Un buen líder que sea capaz de identificar las oportunidades y las claves del éxito de cualquier negocio y, además, deshacerse de los inconvenientes que llevan al fracaso.
Pero, ¿cómo conseguir sacar lo mejor de los directivos? ¿Qué factores debe reunir un buen líder? Existen cinco competencias clave que van en ese camino y de las que queremos tratar en Muy Pymes: trabajar en equipo, dirigir por objetivos, la motivación, la comunicación y las capacidades del directivo como negociador. Y es que diversos estudios publicados señalan que, según los empleados, sus superiores incurren en tres grandes errores: no comunican bien, no saben motivar y no consiguen fijar objetivos. A estos tres puntos se ha de añadir la importancia de trabajar en equipo, una habilidad imprescindible en el futuro, y mejorar como negociadores, aspecto fundamental tanto en lo personal como en lo profesional.
Trabajar en equipo. Hay que saber la importancia de que los resultados de una empresa son producto de la suma del esfuerzo y trabajo de todos los componentes del equipo. Una vez el directivo sea consciente de ello y lo valore en su justa medida, toca transmitirlo a sus empleados. Estos han de sentirse parte del proyecto y saber que pueden opinar, sugerir y aportar todas aquellas ideas que se les vayan ocurriendo. Para trabajar en equipo, las claves serán el respeto por los demás y saber escuchar. Se trata de fomentar la participación sin penalización. Es decir, toda propuesta es susceptible de convertirse en una acción empresarial.
Dirigir por objetivos. Una de las tendencias de management más secundadas en los últimos años es la dirección por objetivos. Es decir, se trata de ir marcando “pequeñas” metas y organizar equipos y el trabajo en función de esta. Dirigir por objetivos no es más que identificar qué es un objetivo y qué es una meta, reconocer la diferencia entre lo urgente y lo importante, mejorar el control de gestión de la empresa en forma precisa y evaluar la situación real de su negocio respecto a los rubros económico, técnico, personal, administrativo y tecnológico.
Cómo motivar (y estar motivado). Trabajadores motivados son trabajadores felices y más productivos. ¿Cómo se puede motivar a los empleados? Hay muchas formas de hacerlo, pero el jefe debe ser consciente de la importancia que tiene la motivación y ha de saber transmitirlo. La primera forma es a través de la remuneración. Inicialmente el empleado tiene sólo necesidades económicas que cubrir, es decir, quiere tener una correcta retribución acorde con su puesto de trabajo. Es importante que esta consideración de adecuada sea compartida por parte del interesado/a y la empresa. Sin embargo, una subida de sueldo como recompensa por un buen trabajo, por ejemplo, o una prima en navidad por resultados será un buen aditivo. Pero no vamos a quedarnos en lo superficial, otras formas de motivar serán generar un buen ambiente de trabajo, jornada laboral flexible, reconocimiento de los logros, posibilidades de ascenso y desarrollo de carrera profesional, etc.
La comunicación interna: ese gran problema. La comunicación dentro de la empresa es clave, pero también lo es de la compañía hacia el exterior. Un buen líder debe ser un buen comunicador y saber transmitir tanto a los clientes internos, los empleados, como a los externos la filosofía de la empresa, los hechos noticiosos, etc. Y no solo eso. Ha de saber escuchar, prestar atención a lo que le quieren transmitir los otros miembros de la compañía para enriquecer el ambiente y que no se de lugar a malos entendidos, rumores que solo van a entorpecer el desarrollo de la actividad. Hay que derribar las barreras a la comunicación y abrir siempre las puertas de la dirección a todo aquel que lo necesite.
Negociar con éxito. O el arte de que los otros se salgan con la mía. En este caso, es todo un arte saber llevar a nuestro terreno a los demás. Para ello, hay que saber no solo tener los argumentos adecuados sino transmitirlos acertadamente, sin que queden lugar a dudas. Las negociaciones pueden desarrollarse tanto dentro de la oficina, como cuando se discute un aumento de sueldo solicitado por un trabajador, como hacia fuera, con proveedores, clientes, etc.