Ser un buen orador no es nada fácil y se ha convertido en todo un arte que ha alzado a personas como Barak Obama a la presidencia de la mayor potencial mundial. Por eso, es importante saber cuáles son las claves para cautivar con un discurso, secretos que nos desvela Juana Erice, experta en comunicación, en su último libro, ‘Alíate con el miedo’ (Empresa Activa).
El primer paso es superar el temor escénico y, para ello, Erice nos aconseja analizar la situación para poder eliminar esas barreras que solo nos ponemos nosotros. Es sencillo. Basta con preguntarse “¿tenemos miedo escénico o el problema radica en que somos incapaces de construir un discurso ameno?”. Una vez descubierto el problema, es la hora de la confianza y la seguridad, hay que recordar siempre que nuestra barrera somos nosotros mismos.
Segundo paso: elaborar el discurso. El contenido será la clave y por ello debemos tener las ideas ordenadas en nuestra mente, para saber cómo estructurarlo y qué palabras utilizar. El éxito radicará en que el mensaje sea sencillo directo y emocionante. Tomamos nota de los consejos de Juana Erice para saber elaborar el discurso ideal:
1. Sencillo: No se pierda explicando detalles superfluos. Utilice frases cortas compuestas por sujeto, verbo y predicado.
2. Directo: Tenga siempre presente el objetivo que quiere alcanzar con lo que está transmitiendo. En Alíate con el miedo ofrecen una fórmula: La pauta del 3, que le puede ser de ayuda para mantener el hilo de su discurso. Se basa en centrarse en desarrollar tres únicos puntos a lo largo de su intervención. El cerebro humano está acostumbrado a procesar información en forma de tres, por ejemplo, un cuento se divide en inicio, nudo y desenlace. Además no olvide que el exceso de información tan sólo provocará confusión.
3. Emocionante: Se está dirigiendo a personas, téngalo presente. Por lo tanto, conecte con ellos por aquello que les une: la emoción. “Las razones analizan, las emociones deciden” recuerda Erice. Para conseguirlo debe aprender a transmitir en su mensaje ilusión, desconcierto ante alguna duda que le plantee al público o enfado en aquellas ideas que no le gusten.