Diccionario de la Lengua Española en mano, buscamos la palabra ‘innovación’: acción y efecto de innovar (mudar o alterar algo, introduciendo novedades); creación o modificación de un producto y su introducción en el mercado. En un mundo globalizado, caracterizado por la inexistencia de barreras y la rapidez en la información, las comunicaciones y las operaciones comerciales, hay que adelantarse a la competencia con mejores y diferentes productos y servicios. Innovar lo ya existente, reinventar los clásicos e investigar para dar a luz novedades en todo tipo de sectores.
El proceso que subyace a la innovación como tal no es sencillo. Exige tiempo, astucia y recursos económicos en la mayoría de los casos y es por ello que en Muy Pymes queremos reseñar un libro que ofrece un nuevo modelo de gestión de la innovación, ‘Innovar para ganar’ (Empresa Activa) de Fernando Trías de Bes y Philip Kotler.
La propuesta de estos autores se fundamenta en lo que han dado en llamar “el modelo A-F”, ABCDEF, nacido de los años de experiencia en innovación, marketing y gestión empresarial que atesoran tanto Kotler como Trías de Bes y con el que pretenden “modificar la forma de pensar la innovación en las empresas”. Y es que, según la visión de uno y otro, el principal problema radica en el inmovilismo ante las nuevas situaciones que caracteriza a las personas, reacias a los cambios por el miedo a lo desconocido. El punto de partida está pues en dejar a un lado el temor y coger el toro por los cuernos. Nuevos tiempos demandan nuevos conceptos de negocios y nuevas formas de gestionarlos y eso es lo que se debe hacer en los tiempos que corren.
En torno a esa idea identifican así siete problemas que están frenando el espíritu innovador de las empresas: conocer el verdadero significado de innovación, la asignación difusa de las responsabilidades, confusión entre el concepto de innovación y creatividad, la inexistencia de una teoría unificada, falta de control en los procesos, necesidad de coordinación entre equipos y departamentos, y la necesidad de conectar con el cliente para saber qué quiere y llegar a él.
El verdadero significado de la innovación. La innovación no funciona sólo a base de grandes saltos sino que se produce de forma gradual, paso a paso. Este desarrollo progresivo de los cambios y la introducción de modificaciones permite testar de igual forma, sin prisa pero sin pausa, si las modificaciones van a ser bien acogidas por los clientes, si el producto-servicio que se quiere introducir va a tener una buena acogida.
Una difusa asignación de responsabilidades. ¿Quién debe encargarse de la innovación en la empresa? ¿Debe existir algún departamento específico que se denomine así y se dedique a ello? Si se tiene claro de qué estamos hablando será fácil ir asignando responsabilidades en este campo. Normalmente, la innovación se promueve desde la dirección de la empresa, pues ha de tratarse de un deseo de hacer las cosas de forma diferente, mejorar. Después debe ir delegándose por áreas de actividad o departamentos, según el plan estratégico que se haya esbozado y el corazón de ese proceso de innovación. De cualquier forma, es recomendable que en la empresa exista un clima general proclive a la innovación, de forma que todos los trabajadores se sientan partícipes de la compañía y puedan proponer cambios o innovación para mejorar la productividad y aceptación del negocio.
Confusión entre innovación y creatividad. La innovación necesita gente que sea activa y creativa, pero también una fijación clara de objetivos, estrategias, definición de recursos y de riesgo y, lo más importante, procesos de innovación bien acotados, definidos y con sus respectivos responsables. No se debe confundir la creación espontánea con la innovación dentro de una empresa, pues esta exige una serie de parámetros y secuencias para que llegue a buen fin.
Ausencia de una teoría unificada. La innovación es muy joven como área de gestión empresarial y todavía no existe un amplio consenso sobre cuáles deben ser los procesos y herramientas a emplear. La voz cantante ha de estar por ello en la dirección general de la empresa, siempre apoyada por los delegados responsables de departamentos o áreas de productos. Se debe unir el conocimiento directivo y de gestión con la experiencia de campo de estos últimos, que seguramente conocen mejor qué puede hacerse y cómo debería llevarse a cabo.
Falta de control. Un problema que es consecuencia directa del anterior. Nuevamente, la voz cantante deberá estar en el director de orquesta, la junta directiva o el empresario. Siempre se podrá también acudir a consultores especializados en según qué materias o sectores para que nos lleven de la mano, al menos al dar los primeros pasos.
Falta de foco en el cliente. La verdadera innovación, antes o después, tiene que ser asumida por un cliente final, el cual deberá hacer un esfuerzo en sustituir un servicio o producto por otro nuevo. Esta sustitución se realizará de forma natural y sin esfuerzo, porque realmente se le estará ofreciendo algo diferente y sobre todo mejor que lo anterior.