La forma en la que formulamos nuestros objetivos es casi tan importante como el contenido de los mismos. Elegir las palabras adecuadas puede ayudarnos de forma consciente o inconsciente a alcanzarlos con mayor facilidad.
En este sentido, definir nuestros objetivos desde una perspectiva positiva, estableciendo fechas realistas, y hacerlo de una forma en que podamos medir fácilmente sus resultados, son solo algunas de las acciones que podemos emprenden para alcanzar nuestras metas.
Algunas personas se sientes frustradas cuando mucho más frecuentemente de lo que les gustaría comprueban que no han sido capaces de alcanzar sus objetivos, ya sea en pequeños hábitos cotidianos como en importantes decisiones laborales. Muchos achacan esta «falta de éxito» a la mala suerte, a las circunstancias, la presión o el entorno.
Sin embargo, está comprobado que en una buena parte de las ocasiones, la definición incorrecta del objetivo que queremos alcanzar es precisamente el principal responsable de nuestro fracaso. Para formular nuestros objetivos de manera adecuada, existen algunas reglas que de manera general pueden ayudarnos.
Ser positivo
El primer paso es formular nuestros objetivos en términos de acciones que queremos que ocurran. Por ejemplo, ante un problema de tabaquismo, la clásica formulación «quiero dejar de fumar» es incorrecta ya que el foco de acción está en un elemento negativo (fumar). Sin embargo este mismo objetivo lo podemos replantear de la siguiente forma: «Quiero tener una vida más sana». Aquí la acción se centra en un elemento positivo que puede conllevar, en este caso, al desarrollo de hábitos saludables.
Fechas realistas
Hay que ser muy específico sobre la fecha en la que queremos completar una tarea un alcanzar un objetivo, pero también hay que ser realistas. A lo mejor afirmar que queremos terminar un informe en el que llevamos tiempo trabajando el «17 de agosto antes de 15 horas» puede parecer una formulación ingenua, pero funciona. Aprender a manejar nuestra lista de tareas es uno de los elementos que podemos incorporar a nuestro trabajo diario.
Formular los objetivos como si ya los hubiésemos alcanzado
Aunque parezca mentira, la visión optimista de algo terminado nos impulsa a conseguirlo con más energía y entusiasmo que una acción lejana para la que nos tenemos que preparar. En este punto un objetivo formulado en términos como «El 8 de julio he corrido una maratón y ha sido un éxito porque he quedado entre los 100 primeros» tiene mucha más fuerza que «El 8 de julio tengo que correr una maratón».
Lo más específico posible
Resulta muy conveniente ser lo más específico posible a la hora de trasladar al papel lo que queremos conseguir. Cuanto más específicos seamos, mayor será nuestra capacidad para focalizar lo que tenemos que hacer para conseguirlo. «Ser capaz de escribir 40 artículos» parece un objetivo al que poco podemos reprochar, pero sería mucho mejor decir «Ser capaz de escribir 40 artículos durante el mes de marzo, 10 a la semana, (3 los lunes, 2 de martes a jueves y 1 los viernes)».
Objetivos comprobables
La mejor forma de saber si hemos logrado lo que nos proponemos es formular nuestro objetivo en términos medibles. Un objetivo del tipo «quiero ser mejor líder» resulta de difícil comprobación. En cambio «Voy a realizar una evaluación del desempeño de mis empleados el 14 de septiembre» parece un objetivo no solo concreto sino fácil de comprobar.
Independencia
Nuestros objetivos deben de basarse exclusivamente en lo que podamos hacer de forma individual para conseguirlos. No podemos formular deseos en términos de lo que tienen que hacer otras personas, o si estos implican la acción de terceras partes que condicionan el objetivo principal.
Convicción
Evitemos las palabras que expresan dudas. Palabras como «quizás» «a lo mejor» «esperanza» son negativas a la hora de alcanzar nuestros deseos. Expresan la idea de posibilidad, y siempre que existe una posibilidad, podemos fracasar. Sin embargo oraciones en imperativo en las que abundan términos que expresan seguridad y confianza reafirman nuestra actitud psicológica hacia aquello que queremos alcanzar.