A ING la guerra de los cajeros no le sienta nada bien. Ni puede extender la red de cajeros de la entidad, ni a largo plazo le va a salir rentable mantener los acuerdos a los que ha llegado con otras entidades financieras. Por este motivo y para conseguir competir en igualdad de condiciones con otros bancos, en pocas semanas podríamos ver como llega con un nuevo concepto bajo el brazo: cashback.
Gracias a este sistema, la entidad holandesa permitirá a sus clientes españoles «sacar» dinero de todo tipo de establecimientos: gasolineras, supermercados, grandes superficies, etc. Para ello los usuarios deberán contar con una aplicación en su smartphone que será la que se encargue de verificar todo el proceso.
El cashback no es no obstante un fenómeno nuevo y en países como Reino Unido, cajeros automáticos y cashback conviven pacíficamente desde hace décadas.
¿Cómo funciona exactamente?
En Reino Unido, país donde el cashback está más implementado, los supermercados son los grandes centros a los que los ciudadanos se dirigen para obtener dinero en efectivo. A la hora de pagar una compra, es habitual que si el supermercado contempla esta modalidad, el cajero/a pregunte al cliente: Do you want any cashback?
Si decimos que deseamos 20, 50 o 100 libras, se sumarán automáticamente a nuestro ticket de compra final, obteniendo a cambio los ansiados billetes. ¿Qué gana el supermercado con todo eso? Sobre el papel puede parecer que poco, ya que al procesar un pago con tarjeta siguen pagando una comisión al banco (si bien en una modalidad de tarifa plan y no por porcentaje).
Pero el gran beneficio para estos establecimientos que normalmente gestionan una gran cantidad de efectivo, se encuentra en otra parte: una reducción del número de veces que tienen que «echar mano» de servicios de seguridad privada para trasladar el dinero en efectivo que almacenan sus cajas registradoras hasta el banco.