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Viernes, 22 Noviembre 2024

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El caso Toblerone y otras sonadas dimisiones que nunca verás en España

Uno de los grandes problemas que los técnicos de hacienda denunciaban ayer en su informe «La economía sumergida pasa factura», es la sensación que tienen los ciudadanos de que la corrupción política apenas si tiene consecuencias. Y no tanto penales, sino éticas. Por este motivo, en un país en el que parece que no dimite nadie, tal vez resulte oportuno aprender del ejemplo que se da en muchos otros países de Europa y del mundo. En este especial hemos querido recopilar algunas dimisiones políticas que nunca podrían haber pasado en España.

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El caso Toblerone

La protagonista de nuestra primera historia es la ex viceprimera ministra sueca Mona Sahlin. Shalin, que protagonizó buena parte de la vida política sueca de los años 90, llegó a culmen de su carrera en 1994, cuando fue nombrada viceprimera ministra y principal aspirante a sustituir a Ingvar Carlsson, primer ministro y líder del Partido Socialdemócrata sueco.

Sus esperanzas se vieron truncadas un año más tarde, cuando decidió presentar tras un escandaloso caso de corrupción. Su error, como el de muchos políticos españoles, fue utilizar su Riksdag credit card (la tarjeta de crédito que poseen los altos cargos políticos suecos) para compras personales.

¿Y qué es lo que compró? La buena de Mona Shalin cayó en la tentación de comprar con esta tarjeta dos barras de chocolate Toblerone, dilapidando nada menos que 35, 12 euros de las arcas del país escandinavo. Como contamos, el escándalo, que pasó a conocerse como «l’affair Toblerone» le costó presentar su dimisión a los pocos días y años más tarde, escribir un libro en el que ofrecía sus disculpas y su versión de lo sucedido. En 2007 fue elegida presidente del Partido Socialdemócrata de Suecia.

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La ministra que plagió su tesis doctoral

Que copiar está muy feo es algo que nos enseñan desde que somos muy pequeños. A pesar de ello, muchos no resisten la tentación y ante la falta de conocimientos o de ideas propias, deciden dedicarse al noble arte del plagio. Y si no, que se lo digan a Annette Schavan, es ministra de Educación y Ciencia en el gobierno alemán de Angela Merkel.

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Todos sabemos que una tesis doctoral no es moco de pavo. Más bien al contrario, requiere dedicación, esfuerzo y muchos años de trabajo. Demasiados, para la pobre Schavan, que según denunció el consejo académico de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Düsseldorf en febrero del año pasado, había plagiado su tesis doctoral, procediendo a continuación a anular su título de doctora.

Shavan, considerada por Merkel como la «más reconocida y prestigiosa ministra de Educación y Ciencia en la historia de Alemania» presentó su dimisión para que la sospecha no manchase a su partido, por mucho que por aquél entonces fuese considerada como una de las políticas más brillantes de Alemania. Según las encuestas del momento, más de un 60% de la opinión pública alemana consideraba que la ministra tenía que dimitir.

Como anécdota no está de más señalar que al parecer los políticos alemanes gustan de plagiar tesis doctorales para dimitir una vez que son descubiertos. En 2011, Karl-Theodor zu Guttenberg, ministro alemán de defensa, sevio obligado a dimitir por el mismo motivo

Chris Huhne

¿Te acuerdas de esa multa de tráfico?

Las multas de tráfico tardan en llegar, pero al final encuentran al infractor. Es lo que recientemente ha tenido que experimentar en sus carnes Chris Huhne, ministro británico de energía, que se ha visto obligado a dimitir por un «feo» asunto relacionado con una multa de tráfico.

Los hechos se remontan al año 2003, cuando un radar detectó que el vehículo que conducía el bueno de Huhne iba un poco demasiado rápido en la autopista que le conducía hasta el aeropuerto londinense de Stansted. ¿La consecuencia? Multazo al canto. Y todo habría quedado en nada si no fuese porque al buen hombre no se le ocurrió una idea mejor que declarar que la que conducía en ese momento era su mujer, Vicky Pryce, de modo que fuera ella la que asumiera la pérdida de puntos en su carnet de conducir.

Lo que no podía sospechar es que casi diez años más tarde, el caso saliese a la luz tras separarse de su mujer, que reveló lo sucedido. Motivo más que suficiente para que la fiscalía decidiese iniciar una investigación de oficio y que hace unas semanas, Huhne declarase que «habiendo asumido la responsabilidad por algo que ocurrió diez años atrás, la única medida apropiada que puedo adoptar ahora es dimitir de mi escaño por Eastleigh en el Parlamento, algo que haré en breve».

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Cuidado con las becarias

Mucho se ha comentado del famoso «Escándalo Lewinsky». Tal vez lo más curioso de este caso, más allá de las relaciones que Bill Clinton mantuvo con su becaria en el famoso «Despacho Oval» de la Casa Blanca, son los motivos que finalmente tras el impeachment le llevan a dimitir.

Clinton no dimite por haber mantenido una relación extra matrimonial con su becaria (aunque la sociedad norteamericana peque de beata, no lo es hasta este extremo). Clinton dimite por haber mentido. Porque cuando el escándalo vio la luz, negó una y otra vez y de forma tajante que fuese cierto. Ese fue su error y lo que nunca le perdonó la sociedad de su país.

Si en España los políticos tuviesen que dimitir no ya por una multa de tráfico, sino por mentir de forma descarada a sus electores, probablemente veríamos el hemiciclo vacío en pocas semanas.

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